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Misión imposible en Caracas: temor, agitación y resistencia

By Jorge Liotti

Joe Biden "adoptó una posición a la brasileña, de cautela estratégica" con respecto a la situación en Venezuela, dice Brian Winter de AS/COA a La Nación.

Al mismo tiempo que la Cancillería jugaba la delicada partida de los refugiados, el futuro de Venezuela terminó de torcerse. El miércoles de las negociaciones frenéticas, se produjo la conversación que pareció definir el rumbo de la crisis. Ese día Lula habló con Joe Biden para coordinar una postura frente al resultado electoral. Sólo Brasil y Estados Unidos estaban en condiciones de ejercer algún tipo de presión para abrir un canal de resolución con Maduro. Pero las expectativas se diluyeron cuando después Lula salió con un mensaje ambiguo, en el que habló de que es “normal” que haya diferentes interpretaciones de un resultado electoral, y al mismo reclamó la difusión de las actas.

Después la Casa Blanca emitió un comunicado en el que habla de que “los dos líderes coincidieron en la necesidad de que las autoridades electorales venezolanas publiquen de inmediato datos de votación completos, transparentes y detallados de los centros de votación”. Al día siguiente el secretario de Estado Antony Blinken reconoció el triunfo de González Urrutia. No hubo mucho más.

En esta secuencia quedó en claro la incomodidad que el tema Venezuela les genera a Lula y a Biden, y también la decisión estratégica de no avalar a Maduro, pero tampoco presionarlo. [...]

“Con Biden ocurre algo similar, porque su posición está marcada por intereses cruzados. Por eso adoptó una posición a la brasileña, de cautela estratégica”, comenta Brian Winter, editor de la publicación Americas Quarterly.

Y después precisa: “Las políticas duras del gobierno de Estados Unidos del pasado, como las restricciones comerciales o el reconocimiento de Juan Guaidó, no habían dado resultado. Por eso el año pasado habían decidido levantar las sanciones petroleras a cambio de un proceso electoral no fraudulento. Pero ahora se enfrentan con una situación más compleja. Por un lado, si dejan a Maduro, se agravará la crisis migratoria en la región, en un momento en el que en Estados Unidos transitamos un proceso electoral en el cual el tema de los inmigrantes ilegales figura al tope de la agenda pública. Por el otro, la Casa Blanca no quiere dejar de tener acceso a las reservas petroleras de Venezuela para que Rusia y China ejerzan allí un monopolio compartido”. Quizás por eso, a pesar de todo lo ocurrido, nadie en Washington habló en estos días de reponer las sanciones petroleras...

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