Por qué la relación EU-México no va a cambiar mucho
Por qué la relación EU-México no va a cambiar mucho
AS/COA's Chris Sabatini takes a look at what the victory of Enrique Peña Nieto will mean for U.S.-Mexican relations for Mexico's El Universal. (en español)
La vaguedad del presidente electo Enrique Peña Nieto al referirse al tema de seguridad y política antinarcóticos, sumada a la historia de colusión con el crimen organizado que ha tenido el PRI, han dejado a muchos comentaristas, legisladores y funcionarios a lado y lado de la frontera, preguntándose qué cambios va a traer el próximo sexenio en las relaciones de seguridad entre México y Estados Unidos.
La verdad, es que no habrá muchos. El Plan Mérida ha generado una consistencia política y un marco básico de institucionalidad, que se mantendrán aun cuando cambien las administraciones en ambos países.
Durante su campaña, el equipo del Presidente electo Peña Nieto se empeñó en transmitir un mensaje de tranquilidad y confianza en temas de seguridad, reuniéndose regularmente con congresistas de ambos partidos y con miembros del gobierno norteamericano. Su propia retórica y el perfil altamente profesional de su equipo, indicarían que existe la intención de distanciarse, al menos públicamente, de la historia de corrupción de su partido.
Pero cuánto difiere Enrique Peña Nieto de esa historia y de los dinosaurios asociados con ella, se verá en el equipo del que se rodee, especialmente en posiciones claves como la del Procurador General y el Ministro del Interior. Los altos funcionarios norteamericanos están siguiendo esos movimientos de cerca y tanto Peña Nieto como su equipo, saben que las designaciones van a demostrar no sólo en cuál sector del partido se esta apoyando el mandatario electo, sino también el nivel de confianza que inspirará en Washington.
Esos nombramientos no se harán en el vacío sino en el contexto de un diálogo y de una estructura institucional que se ha ido desarrollando en los cuatro años de existencia del Plan Mérida. Los días en que una conexión o una única relación interpersonal concentraban toda la cooperación entre Estados Unidos y México en materia de seguridad, son cosa del pasado. Hoy existe un proceso de consulta del que hacen parte miembros de gabinetes de ambos lados, lo mismo que una oficina bilateral desde la que se planea la estrategia y se define su comunicación.
La frase que ha sido repetida en varios foros y que es motivo de preocupación para algunos en Estados Unidos, es el énfasis de Peña Nieto en la idea de reducir la violencia y enfocarse menos en el combate al narcotráfico. Hay quienes se preguntan si esto denota una divergencia con los intereses de su vecino del norte. La mayoría, sin embargo, reconoce que la declaración es una respuesta legítima al cansancio popular frente a la violencia que ha costado la vida a más de 50 mil personas en los últimos seis años. Es también la misma estrategia que fue implementada en Colombia, un país que es visto como un caso de éxito en términos de política norteamericana para la seguridad regional.
El Plan Colombia implementado en el año 2000 aplacó la violencia, disminuyendo de 60 a 30 la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes. No redujo la producción y el envío de cocaína a Estados Unidos – lo que no está en manos del Estado colombiano porque depende del consumo- pero sí desarticuló los carteles y los hizo menos violentos. Dados los niveles de violencia que ha sufrido México en los últimos seis años, nadie puede culpar a los votantes mexicanos ni al presidente electo por aspirar a lo mismo. Mientras el consumo no sea controlado de manera efectiva, bajar la intensidad del conflicto es lo mejor a lo que podemos aspirar quienes estamos a ambos lados de la frontera.
¿Aceptara Estados Unidos este cambio? Tal vez no tenga opción. Lo hizo en Colombia y sigue declarando que fue un éxito. En México, en este momento, Enrique Peña Nieto es la única carta que tiene para jugar.
Christopher Sabatini es el Editor en Jefe de Americas Quarterly, director senior de política de la Americas Society/ Council of the Americas, y profesor adjunto en Columbia University