Punto de vista: Es hora de comprometerse a proteger los periodistas en México
Punto de vista: Es hora de comprometerse a proteger los periodistas en México
La violencia contra periodistas amenaza las voces que México más necesita para garantizar la rendición de cuentas de las autoridades, escribe Antonio Garza, miembro de la junta directiva de Americas Society.
Cecilio Pineda Birto se encontraba descansando en una hamaca cuando le dispararon y mataron. Miroslava Breach Velducea llevaba a la escuela a su hijo de catorce años. Ricardo Monlui Cabrera salía de un restaurante después del desayuno. Máximo Rodríguez estaba en un estacionamiento. Javier Valdez fue arrastrado de su auto a plena luz del día. Jonathan Rodríguez iba manejando junto a su esposa Sonia.
Cada uno de estos casos se trata de un periodista mexicano asesinado durante los últimos cinco meses por el simple hecho de hacer su trabajo y buscar traer un poco de luz a las esquinas más oscuras del país. Las historias nunca dejan de ser impactantes, representando no sólo un completo ataque hacia una profesión, sino un ataque al estado de derecho del país. Con cada disparo, los criminales extinguen las voces que México más necesita para la búsqueda de responsables y buscan silenciar aquellas que quedan.
Desde 1992, al menos 41 periodistas han sido asesinados en México a causa de su trabajo, otros 50 por motivos no confirmados, y cientos más han sido amenazados o atacados. Las amenazas son diversas, viniendo tanto de grupos del crimen organizado como de funcionarios del gobierno. Sin embargo, a pesar de los atacantes, con el silencio de la prensa, México pierde los canales para compartir las historias de los ciudadanos, incitar a los funcionarios a cumplir sus promesas, demandar justicia hacia los criminales e informar a un público nacional sobre las realidades locales.
El alto número de las recientes muertes de periodistas mexicanos tiene relación con una nueva alza en la violencia. Los homicidios han empezado a elevarse otra vez, presentando a los primeros cuatro meses de 2017 como uno de los primeros cuatrimestres más violentos de la historia. Al mismo tiempo, la desenfrenada impunidad por crímenes en contra de periodistas, lo que dio lugar al grito unificado de “Justicia”, ha permanecido sin cambios por décadas a pesar de la extensa reforma al sistema judicial. Lograr mejoras importantes en estas dos áreas afianzará cualquier esfuerzo futuro para proteger a los periodistas de México.
Ha habido algunos esfuerzos por parte del gobierno mexicano dirigidos a mejorar la protección a los periodistas, como el lanzamiento en 2009 de la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos Contra la Libertad de Expresión, seguida en 2012 por la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Esta ley y los esfuerzos posteriores para fortalecerla han apuntado a brindar a los periodistas en riesgo una mayor presencia policial, botones de pánico, y sistemas de vigilancia en sus casas, entre otras medidas. Actualmente, a 196 periodistas y 342 defensores de los derechos humanos se les ha ofrecido algún tipo de protección bajo este programa. Sin embargo, aún con estos programas, los periodistas siguen siendo asesinados en las calles y la Fiscalía Especial hasta la fecha sólo ha conseguido tres condenas.
Proveer de mejor protección a los periodistas de México y por extensión defender el estado de derecho del país no tendrá soluciones fáciles. Pero todo empieza por tener una plática con los periodistas, oírlos directamente y verdaderamente escuchar sus preocupaciones y sugerencias. La sociedad civil de México debería seguir alzando la voz y ser implacable, y unirse a organizaciones multilaterales que están bien posicionadas para resaltar los crímenes en contra de periodistas y asegurar que continúen recibiendo atención y presión de alto nivel.
Durante las semanas pasadas, la comunidad del periodismo en México se ha unido para apoyarse unos a otros e insistentemente continuar escribiendo lo que sus colegas asesinados fueron forzados a dejar a medias. Estos son los escritores y editores que demuestran que no se puede matar la verdad con el hecho de matar periodistas. No obstante, cada asesinato pone en peligro algo más amplio y aún más perturbador. El silencio propagado es un ataque al estado de derecho del país, discreta pero continuamente rasgando los cimientos de la sociedad de México y su futuro democrático.
Después de cada trágica muerte, el discurso nacional de México está repleto de palabras apasionadas, promesas de cambio, y gestos simbólicos. Pero esto no ha sido ni será suficiente. Los funcionarios de México deben comprometerse a actuar cuando se trata de la protección a periodistas dentro de su país. Deben adoptar sus responsabilidades profesionales con la misma pasión y dedicación con que los periodistas mexicanos llevan a cabo sus trabajos cada día. Esta es la esencia no sólo de buena política, sino también de verdadero liderazgo, legados presidenciales y el futuro de la nación.
Antonio Garza fue embajador de Estados Unidos en México y es parte de la junta directiva de Americas Society. Es consultor en la oficina de la Ciudad de México de White & Case. Se le puede contactar a través de tonygarza.com y Twitter, @aogarza.