Remarks by Cristina Fernandez de Kirchner
Remarks by Cristina Fernandez de Kirchner
In an exclusive speech at the AS/COA Latin American Cities Conference in Argentina, Cristina Fernandez de Kirchner highlights the importance of Argentina’s human resources for its continued economic prosperity. In the last four years, Argentina has seen growth both in the quality and diversity of its industrial outputs (en español).
El compromiso después de esa presentación, uno teme quedar como una tonta realmente, ¿no? Es cierto lo que mencionaba Susan, no es la primera vez que estoy en este ámbito intercambiando experiencia porque siempre me he negado a plantear disertaciones o conferencias como si uno tuviera una fórmula ideal para aplicar en tal o cual circunstancia. Mi interés siempre ha sido intercambiar experiencias, en este caso la experiencia Argentina. Y como bien señalaba Susan mi primera oportunidad en este ámbito fue allá por febrero de 2004, en el frío invierno neoyorquino, que fue ese invierno más frío que nunca, lo recuerdo muy bien, y tuvo lugar, como ella bien señaló, dos disertaciones: una, que fue abierta al público y luego entre una treintena, tal vez un poco más, de importantísimas mujeres empresarias de todos los sectores, de los servicios, la producción, las finanzas, del Fondo Monetario Internacional, lo recuerdo muy bien, que realmente fue muy impactante para mí porque permite tomar diálogo y contacto con visiones diferentes, acerca de nuestra realidad, de nuestros problemas, de cómo abordarlos, de cómo resolverlos.
Me acuerdo en una parte muy emblemática, tal vez la más emblemática de la cena, yo no sé si tu te acuerdas Susan, pero estaba sentada mi derecha la presidenta la vicepresidenta de Fords Motors,y entonces me acuerdo que luego de una breve disertación mía tuvo lugar una serie de preguntas, de intercambios, de reflexiones entre las mujeres que allí estábamos y ella me preguntó: “bueno, qué medidas fiscales o qué política fiscales puede haber para activar la producción, obviamente una empresaria de la producción, como la vicepresidenta de Fords Motors, estaba interesada en sabe qué tipo de aliento iba a haber, desde un concepto fiscal para la producción y me acuerdo que muy sonriente le contesté: “la señora que está sentada ahí, frente a
nosotros, que era una de las directoras del Fondo Monetario Internacional, no acepta hacer demasiada promoción fiscal porque dice que tenemos que juntar mucho dinero para pagar la deuda externa y también para pagarle al Fondo”. Yo creo que, medio en broma, medio en serio, ese momento del diálogo reflejó un poco lo que era la tensión de aquellos días, en la Argentina del 2004, a pocos meses de iniciar el Presidente Kirchner su gestión, y que por cierto no era este escenario que tenemos hoy.
Yo inclusive, cuando hice la primera intervención, hablando de legalidad, de legitimidad, de las diferencias que nosotros hacíamos entre lo uno y lo otro, y cómo abordar la problemática de la Argentina, en una Argentina que estaba no solamente quebrada económica y financieramente sino que estaba quebrada casi culturalmente, una suerte de sensación de fracaso, de pesimismo, de no poder salir y era un poco ese el momento en el cual, tal vez, con cierto grado de escepticismo, porqué no, de un escepticismo, no exento de compasión, nos miraban y nos escuchaban qué era lo que nosotros pensábamos para la Argentina, qué era lo que queríamos proponerles a los argentinos y al mundo, en definitiva. Y tal vez no por una cuestión de posiciones dogmáticas, sino, tal vez, porque no se había conocido una alternativa a lo que hasta ese momento se ofrecía y que se conocía como políticas de ajustes o del “Consenso de Washington” se miraba con cierto escepticismo las posibilidades ciertas de desarrollar un modelo alternativo, un modelo diferente al que había tenido lugar en la Argentina, de los años 90, y que yo denomino un modelo económico de transferencias.
Nosotros planteamos, en ese momento, y creo que los resultados han demostrado que no estábamos equivocados, que había que plantear un modelo económico diferente, un modelo económico de acumulación, de valor agregado, de trabajo argentino, como el modo de lograr un círculo virtuoso en la sociedad y en la economía, que permitiera emerger, yo creo que una de las cosas más importantes que tiene la Argentina y que es la actitud de sus recursos humanos.
Creo que superamos, en estos cuatro años largos de gestión, falsos dilemas, falsas contradicciones que se habían planteado durante años, en la Argentina, desde que yo tengo uso de razón y más aún desde que comencé a participar activamente en la política argentina y que era la atención a las contradicciones que existían entre lo que podía ser un modelo agro exportador, cuya figura más emblemática, cuya etapa más emblemática, tal vez, haya sido la Argentina de fin de siglo, la generación del 80, modelo que permitió que nuestro país ocupara una de las primeras posiciones del mundo, pero que ante el cambio del ciclo internacional, allá por el crack del 30, cayó abruptamente para luego dar lugar al modelo, de acuerdo con el escenario internacional de guerra, de sustitución de importaciones.
Entonces, a partir de ahí, siempre hubo una tensión entre un modelo industrial o un modelo agro exportador, entre una sociedad o un modelo que exporta o una sociedad que consume, como si fueran modelos antitéticos que chocaran y que necesariamente se excluyeran entre sí. Creo que, tal vez, la verificación más importante que hemos logrado, no el Gobierno, no un espacio político, sino nosotros, todos, los argentinos y también los que no lo son y que han decidido radicar inversiones aquí, es que hemos podido lograr un modelo, que yo denomino, de acumulación y de matriz diversificada, donde hemos podido logra que el campo produzca divisas, donde hemos podido lograr un proceso de reindustrialización, que ha permitido precisamente que aquel número indigno de dos dígitos, del veintipico por ciento de desocupación, hoy esté reducido a un dígito, en un 8,2 ó un 8,6 aproximadamente para los dos últimos trimestres, donde hemos permitido que se produzca una reducción drástica en los términos de la indigencia y la pobreza. Por supuesto que aún falta, sin lugar a dudas, pero comparativamente desde aquel febrero de 2004 ha habido un crecimiento sustantivo en la calidad de vida de los argentinos. No por nada, por primera vez en más de una década hemos logrado nuevamente un rasgo distintivo en la historia de la sociedad argentina y que ha sido la movilidad social ascendente, que se traduce al impacto del Índice de Gini.
Creo, entonces, que hemos podido, junto a esta superación de falsos dilemas, de falsas contradicciones, que necesariamente impacta no solamente en la calidad de vida de los argentinos, sino también en los intereses de quienes deciden lo que quieren en la República Argentina. ¿Y por qué? Porque creo que una economía que tiene una matriz diversificada de acumulación también presenta menos rasgos de vulnerabilidad ante los cambios de los ciclos internacionales. Esto no significa, por supuesto, que la Argentina se torne invulnerable frente a las crisis o en virtud de la globalización no hay ningún espacio político, económico que no tenga sacudidas, cuando el mundo se sacude, pero lo cierto es que en este último episodio, por ejemplo, que hemos tenido en los últimos días, bueno la Argentina ha mostrado una solidez más que evidente y desconocida también, además, en otras etapas donde cualquier movimiento, en los mercados centrales colocaba, fundamentalmente a la Argentina, en un estado casi de crisis permanente.
Creo, entonces, que esta novedad que significa plantea un modelo económico de acumulación con matriz diversificada va a tener necesariamente un impacto, en lo que yo denomino, la profundización de la calidad institucional, porque paralelamente el Estado, también, ha adquirido, en estos cuatro años, un rol sustancialmente diferente, al que tuvo en la década de los 90. En ese momento un Estado que con déficits crónicos necesitaba recurrir permanentemente al
mercado de capitales se tornaba en casi un estorbo para el desarrollo de la economía porque colocaba a las tasas a niveles francamente prohibitivos.
A mí me da mucha gracia porque yo escucho algunos comentarios, acerca de la década del 90, hablar de certezas o seguridad jurídica frente a esta nueva etapa, pero allá por la década de los 90 teníamos un tipo de cambio, que estaba establecido por ley, y que decía que un peso era igual a un dólar. Yo no soy economista, pero conozco a los Estados Unidos de Norteamérica y si el valor de la moneda expresa el tamaño de la economía de un país, era evidente que la unidad económica de esa economía, la de los Estados Unidos, no podía ser equivalente a la unidad monetaria de la economía argentina.
Lo mismo puede decirse, lo acabo de señalar, hace unos instantes, en materia de crédito. Era prácticamente imposible competir con el Estado por el crédito, no solamente el estado nacional, recuerdo que el nivel de endeudamiento llegaba a todas las provincias y por lo tanto todo el sector financiero le era mucho más fácil prestarle al Estado, era mucho más rentable y más seguro. Las provincias ataban los préstamos a su garantía de coparticipación, con lo cual entre en realidad entre que un banco le prestara a una provincia, que le garantizaba el reintegro de su préstamo con coparticipación y prestárselo a un empresario que no sabía si se lo iba a devolver, era claro quién perdía cuando salía precisamente el Estado a competir en el mercado de dinero por el crédito. ¿Quién perdía? El sector productivo como no podía serlo de otra manera, ni que hablar del uno a uno, que tornó a nuestra economía con una competitividad, yo no diría nula, sino de menos diez.
Recuerdo, por ejemplo, el sector del campo, en ese entonces Kirchner era Gobernador de la provincia de Santa Cruz. Ustedes saben que esa provincia, la provincia del presidente, es en materia ganadera, una provincia ovejera y me acuerdo que hubo que subsidiar a los pequeños productores, de menos de 30 mil kilos de lana, al año, con un treinta centavos por dólar porque era francamente imposible que subsistieran, ni siquiera a nivel familiar. Ni que hablar del nivel de endeudamiento en el Banco Nación, en algunas entidades crediticias por parte del sector del campo. Hoy, este sector, uno de los más competitivos, en cuanto a capacidad tecnológica del mundo, creo que estamos alcanzando niveles más que óptimos ha resurgido conjuntamente con los otros sectores de la economía y más allá de las cifras de cosechas récord: 95 millones de toneladas, etc., hoy sus propios patrimonios, el valor de una hectárea ha crecido exponencialmente, han quintuplicado, sextuplicado su valor de lo que era en la década de la convertibilidad, fenómeno que bueno es reconocerlo no se produce únicamente en la Pampa húmeda.
Acabo, recién le comentaba a Susan, de llegar de la provincia de Tucumán, y el Gobernador, José Alperovich me comentaba, sobrevolamos con el helicóptero de la Gobernación, hasta ir a la inauguración de la Ruta 38, una ruta muy importante, longitudinalmente atraviesa toda la provincia de Tucumán, se la denominaba la “Ruta de la Muerte”, señalando los campos sembrados de limoneros, de caña de azúcar, etc., me decía que ahí la hectárea, hace muy pocos años, no valía más de 700 u 800 dólares, hoy no se conseguiría una hectárea por menos de 5 mil dólares. La valorización entonces de la tierra para todo el sector agrícola o ganadero ha crecido exponencialmente. Y esto también se ve en el nivel, por suerte, de ese endeudamiento fuerte que ha tenido el sector en el Banco Nación, y el crecimiento de todo lo vinculado al campo.
Hace muy poco estuvimos en una localidad, en “Las Parejas”, al sur de la provincia de Santa Fe, especializada en metalmecánica, una localidad donde el Presidente había viajado, en el 2003 o a fines del 2002, siendo candidato y la desocupación llegaba casi al 30 por ciento. El otro día fuimos a inaugurar un showroom de máquinas sembradoras axiales, cosechadoras, perdón, me corrigieron el otro día porque no tengo tanto conocimiento, pero son cosechadoras axiales que compiten, por ejemplo, con las de John Tiers, que importan desde el Brasil y que tienen una virtud, que es la de recoger la siembra sin desertificar el suelo. Esto se está haciendo con pequeñas y medianas empresas, más de 150, radicadas en “Las Parejas”, con insumos
argentinos también producidos por grandes empresas, en las sojas y las láminas de hierros, pero producidos por argentinos. Hoy la desocupación, en este lugar, que les digo rondaba el 30 por ciento, una de las más altas del país, es cero por ciento y tienen problemas para tener gentes con grados de calificación para poder profundizar, aún más, una tarea en la que han salido a competir al mundo. Hoy están exportando entre un cinco y un diez por ciento de lo que producen, el resto lo están aplicando aquí adentro en el campo argentino.
Y así podría seguir, yo miraba el título de la presentación de hoy, y hablábamos de innovación, un tema que no puede también dejar de observarse, en estos cuatro años, es que al crecimiento del campo, al crecimiento de la industria, también un sector típico de la innovación, como es el software, y la industria de la informática, fue la industria con mayor tasa de natalidad de los cuatro años de la gestión. De 60 millones de dólares de exportación, en el 2003, hemos pasado a 300 millones, hoy la actividad emplea a 41 mil argentinos y trabaja esa actividad en un monto aproximadamente de 4.800 millones. Por si esto fuera poco, en el año 2001, se vendió 110 mil computadoras, y el año pasado, en el 2006, cerramos con un millón y medio de computadoras. Un polo muy importante, también, Córdoba en esta materia y fundamentalmente la necesidad que hoy estamos teniendo de producir más gentes calificadas. El mercado nos demanda, aproximadamente, unas 6 mil personas por año y estamos incorporando unas dos mil, tres mil personas, por año, en esta materia.
Pero va revelando la calidad, además del crecimiento, que es la otra cuestión a la cual yo me quiero referir. Se hizo siempre mucha mención, durante la década de los 90, de cuál era el nivel de crecimiento, pero era un crecimiento donde paralelamente al crecimiento de la actividad económica, teníamos un decrecimiento de la materia social, con los niveles de desocupación, de pobreza y de indigencia, a la que yo hacía referencia. Y este es exactamente el punto de inflexión entre lo que denomino un modelo de transferencia económica a un modelo de acumulación económica. ¿Y dónde radica, entonces, la diferencia? Esencialmente en el fuerte proceso, también, de reindustrialización que tiene la Argentina, donde paralelamente a la actividad
agrícola, que produce grandes ingresos, tenemos además una actividad que produce de ingresos por exportación, ocupación de mano de obra.
Cuando estuvimos en “Las Parejas”, un dato interesantísimo, el Gobernador, Obeid, planteaba que cada tonelada significaban 300 dólares de ingresos, aproximadamente, cada tonelada de grano, o de fierro, como lo llaman en Santa Fe, con tecnología incorporada, con mano de obra de trabajadores argentinos, por ejemplo, en materia de metalmecánica, son 10 mil dólares. La diferencia entre esos 300 dólares y esos 10 mil dólares son los salarios de los hombres y mujeres que se ocupan con esa actividad industrial.
Pero esto no nos tiene que llevar a plantear, como algunos pretendían hacerlo en el pasado, y yo lo decía en el comienzo de mi intervención, a una falsa contradicción o un falso dilema, al contrario, es absolutamente complementario y nos coloca en el escenario internacional, en una pole position, que yo creo que no podemos perder como oportunidad histórica. La primera cuestión, que tenemos que analizar, es cómo han cambiado los términos de intercambio, que había sido la teoría en la cual, según se elaboró hace muchos años atrás, los países productores de comodities, de materias primas estábamos condenados al fracaso o al intercambio no favorable con aquellos países productores de valor agregado, los países desarrollados, los países del Primer Mundo.
El ingreso de China y de India no solamente con demanda de alimentos, sino además con abaratamiento de los costes, del valor agregado de los países centrales nos coloca en un escenario diferente y un ciclo internacional que va a prolongarse, en cuanto a la demanda de alimentos y que nosotros debemos aprovechar no solamente en cuanto a la producción de comodities sino
agregando innovación, tecnología, investigación, biotécnica, biocombustibles, que creo son una oportunidad inédita para el país, sobre todo para un país con 37, 38 millones de habitantes y con capacidad para producir alimentos para más de 400 ó 500 millones de habitantes.
Creo, entonces, que esto que estamos señalando como círculo virtuoso de este modelo argentino, tiene para nosotros el valor, además, de hacerlo en una sociedad que había estado muy crispada por la violencia. Yo lo decía el otro día, el 19 pasado, en La Plata, una sociedad que había tenido demasiada tragedia, demasiada violencia con gobiernos que no terminaban sus períodos institucionales o debían adelantarlos porque habían argentinos que se enfrentaban con otros argentinos. Esto lo hemos podido hacer canalizando democráticamente el conflicto social, porque bueno es también hablar aquí, en un ámbito donde hay tantos hombres y mujeres muy importantes y que toman decisiones todos los días, en materia económica que impactan en la vida de miles, de millones de ciudadanos y ciudadanas argentinas, la necesidad de comprender que es muy difícil, casi imposible que no exista el conflicto social.
Me parece que la virtud de la política, precisamente, es poder encauzar democráticamente esa conflictividad social y que ella no sea la causante de que se trunquen procesos institucionales o económicos. Y es ese sentido de lo que hablaba, hace unos instantes, del rol del Estado en este modelo; hasta ahora hemos estado hablando del rol que puede tener la industria o que puede tener el campo. El rol del Estado también adquiere un lugar diferente. ¿Por qué? Porque de aquella Argentina, donde los chicos iban al colegio a comer, a esta otra Argentina, donde podemos empezar a discutir qué rol va a tener la educación en este nuevo modelo de acumulación económica, cómo vamos a hacer jugar a la educación, a nuestras universidades, a la posibilidad de la investigación y del desarrollo tecnológico en que le agreguen más valor distintivo a nuestra producción y a nuestros servicios, para de esta manera profundizar y complementar el círculo virtuoso.
Y a los números, que seguramente hoy dieron aquí, el Ministro de Planificación, en materia de inversión, en materia energética, en materia de infraestructura económica y social y que seguramente también amplió el Ministro de Economía o el señor Jefe de Gabinete, yo quiero también comentarles los números en materia de inversión educativa. De universidades con un presupuesto de 1.978 millones, allá por el 2003, en el próximo presupuesto, vamos a incluir para las universidades, 4.200 millones, que significa también un aumento en los salarios de sus docentes, que significan también, por ejemplo, un aumento de 874 millones para Ciencia y Tecnología, en el 2003, a 2.200 millones, en el 2007, casi tres veces el presupuesto; el aumento del número de becarios; la importancia que se le está dando a la investigación, junto al CONICET y todas las áreas que están vinculadas con la educación; el crecimiento en definitiva de la participación del sector educativo que ha venido creciendo, del 2003, del 3,9 al 5,2, el año pasado, en el 2006, lo que significa casi un 30 por ciento de aumento a todo el sector educativo, en términos de la ley de Financiamiento, que esperamos alcanzar para el Bicentenario los 6 puntos del Producto Bruto Interno.
Esto es importante porque también va a exigir por parte de todos nosotros una actitud diferente. Muchas veces desde la Universidad o nosotros mismos, no advertimos la importancia que tiene una elite en la cual todos los argentinos contribuyen a pagar. Ustedes saben que nuestras universidades públicas son gratuitas, por lo tanto es un servicio que pagan todos los argentinos y que no todos los argentinos pueden acceder. Por eso creo que nos exige también un compromiso diferente en cuanto a la necesidad de incorporar a nuestras elites pensantes también a ese proceso económico.
Esto, por favor, tampoco sin entrar en el falso dilema contradicción si queremos un proyecto educativo de pensamiento abstracto y ejercicio únicamente intelectual como contradictorio con lo que se puede hacer agregándole valor desde la investigación, desde la tecnología a nuestra economía.
Yo no quiero dejar de contarles una anécdota que me pasó en Israel porque creo que revela cuál es el modelo al que uno aspira a llegar. Estando en la Universidad Hebrea de Jerusalén, a la cual fui a recibir una distinción en materia de derechos humanos y a hacer una disertación, cuando estaba en la disertación y me entregan la distinción, el presidente de la Universidad junto a otro importante académico, me cuenta que fue él el que inventó el tomate cherry y me explicaba cómo había logrado genéticamente primero el tamaño del tomate y luego, el segundo problema que tuvo, fue darle gusto a tomate. Esto, que luego paga royaltie de investigación porque es propiedad intelectual, etcétera, y tecnología incorporada a una industria, es precisamente uno de los roles –no el único- en que nosotros pensamos que la educación debe complementar este círculo, ni qué hablar de la parte estrictamente científica.
Tuve la suerte, cuando visité la ciudad de Boston, de ser contactada por unos compatriotas que estaban siendo docentes en la Escuela de Medicina de Harvard y estaban trabajando en células madres y ellos me comentaron los deseos que tenían de volver a la Argentina y allí tuve la oportunidad de iniciar un proyecto que hoy ha comenzado a ejecutarse en una asociación entre la Universidad de Harvard. Estos argentinos que han vuelto a su patria, a devolver parte de lo que su patria les ha dado en su formación académica, y hoy estamos preparando grupos de estudiantes argentinos y latinoamericanos en una misión científica como es, por ejemplo, el tema de células madres conjuntamente con la Universidad de Harvard.
¿Qué quiere decir? Que podemos los argentinos hacer cosas diferentes, que podemos revertir una historia muchas veces de fracasos y de cuestiones que a nosotros mismos muchas veces nos parecía imposible de abordar y de solucionar.
Quiero retornar a esa charla de Nueva York y donde parecía mentira que hoy podamos mirarnos en nuestros argentinos y ver como las cosas se han podido encaminar, encausar en un Estado que también deberá profundizar su rol de estrategia y planificación en el mediano y largo plazo en materia de infraestructura económica, en materia de infraestructura social para facilitar este proyecto de inserción en el mundo. Porque también es bueno decir que el crecimiento de nuestras exportaciones ha sido exponencial.
Es curioso: durante la década de los 90, vivimos la ficción de que vivíamos en el primer mundo, pero en realidad viajábamos al primer mundo y después retornábamos acá y, además, prácticamente se importaba casi absolutamente todo.
Este año tuve el honor de inaugurar una vez más la Feria del Libro y la industria cultural argentina, otro industria floreciente, ha vuelto a renacer: más de 17 mil títulos publicados durante 2006, más de 70 millones de ejemplares impresos aquí en la Argentina. Estuve hace unos días en México y la titular del Fondo de Cultura Económica me decía que van a volver a instalarse aquí en la Argentina.
Creo ver entonces, señoras y señores, Susan, muchas gracias por invitarme, que hoy Argentina por sus características de recursos humanos más que aptos, distintivos casi por más de un siglo de educación pública y también de derechos sociales –siempre digo medio en broma medio en serio que no solamente es educación, sino ingesta de proteínas que permite además, durante muchas generaciones desarrollarse neuronalmente y estar apto para empezar y abordar procesos de cambio.
Otras sociedades no han tenido tal vez esta conformación histórica o genética, como se la quiera llamar, y están tal vez en inferioridad de condiciones frente a una sociedad que, reitero, por el nivel de sus recursos humanos y por las condiciones macroeconómicas que los argentinos, no un gobierno, hemos decidido instalar como definitivas, superávit fiscal primario y superávit comercial de nuestra balanza, lo que nos coloca en un superávit de los denominados “gemelos”, proceso de desendeudamiento inédito, reservas por más de 44 mil millones, son las condiciones macroeconómicas que debe garantizar este y cualquier otro gobierno y que aspiro sinceramente a que formen también parte de un acuerdo social tripartito entre Estado, fuerzas de las producción y fuerzas del trabajo, para que este modelo no sea propiedad de un espacio político, de un sector o de un gobernante, sino que sea el modelo donde los argentinos hemos decidido encausar todos nuestros esfuerzos, todas nuestra ideas, toda nuestra creatividad, nuestra fuerza de trabajo, de producción que realmente nos ha hecho distintivos en la historia del Cono Sur, para poder ayudar a profundizar este momento que vivimos.
Creo que el cambio de las condiciones internacionales, que algunos consideraban cristalizadas para siempre, debe dejarnos y los cambios que hemos vivido, yo les mencionaba el del ’30 cuando se cae el modelo agroexportador o el de sustitución de importaciones, creo que la principal enseñanza que nos debe dejar a todos, a hombres y mujeres, como en mi caso con responsabilidades institucionales con fuerte vocación política, a ustedes, hombres y mujeres que invierten, que son el capital, que deciden dónde colocar su dinero, cómo hacerlo, debe dejarnos como moraleja este cambio de condiciones que no hay que tener clisets en la cabeza, no hay que tener cerramiento intelectual a alternativas, a procedimientos heterodoxos porque las cosas siempre cambian. La realidad es cambiante, el mundo es cambiante y tenemos que tener la apertura intelectual como aptitud de vida, no solamente frente a la economía, ¡por Dios!, sino que creo que en todos los órdenes de la vida, pero estamos en un Foro donde son las decisiones económicas en definitiva las que pesan, creo que tenemos que tener la apertura intelectual de advertir que el mundo ha cambiado y que va a seguir cambiando.
Está en todos y cada uno de nosotros, entonces, poder abordar los cambios con sensatez y con inteligencia, pero con la convicción, por lo menos en lo que corresponde a los hombres y mujeres que vivimos aquí, en la Argentina, porque hemos nacido aquí o porque han decidido radicarse aquí definitivamente, que no hay ninguna sociedad, ni la argentina ni de ninguna otra parte del mundo, en el cual un sector pueda desarrollarse a costa de los otros sectores.
Sé que hay tal vez muchos inversores en materia de servicios, por ejemplo, sean públicos o financieros que caracterizaron un poco el modelo de los años ’90, entonces cuando me escuchan hablar de producción, de agro, de campo, donde estamos nosotros en ese espacio, donde están los hombres y mujeres que invirtieron en servicios, y yo creo que están más presentes que nunca, porque es clave cuando uno es prestador de servicios financieros o públicos saber que la contraparte insoslayable para que ese negocio se profundice, prospere y aumente la rentabilidad, es tener usuarios y consumidores. Y en la Argentina de los años ’90 hubo un momento en que los usuarios y consumidores habían desaparecido porque o no tenían trabajo o su poder adquisitivo había llegado a límites insostenibles. Esto, más tarde o más temprano, como ustedes bien lo saben, impactó desastrosamente en la rentabilidad de todas empresas.
Hoy, millones de argentinos, creo que somos el país con mayores celulares por habitantes incluido Estados Unidos; hoy con más de medio millón de autos frente a los 100 mil autos que se vendían en 2003, indican que también para estos inversionistas de servicios es importante un modelo sustentable socialmente, de modo tal de que cada vez haya mayores usuarios y consumidores y que además, esos usuarios y consumidores, mejores su capacidad adquisitiva porque esto va a hacer que consuman más servicios y que ustedes puedan imaginar y crear nuevas oportunidades de inversión porque entonces habrá un campo de rentabilidad en donde ir a buscar esa rentabilidad porque antes hubo una rentabilidad social.
Creo que, en definitiva, y esto no me hacer creer que esto es un cuento de hadas en el cual todo cierra perfectamente y entonces nos vamos todos a casa felices y comemos perdices, no, esa no es la vida, esa no es la política, pero creo sí, señoras y señores, sinceramente, que este modelo que estamos presentando, con todas las dificultades y toda la tensión del crecimiento, seguramente el señor Ministro de Planificación, el arquitecto Julio De Vido, abordó el tema de la inversión energética y toda la problemática del sector, por uno de los temas, pero que en realidad también sabemos, ustedes son todos hombres y mujeres que no solamente tienen inversiones aquí sino en otras partes del mundo y los que no las tengan conocen el mundo y saben que los problemas de la tensión energética no son únicamente ni en la República Argentina ni en el Cono Sur, son el mundo. Me tocó estar a mí en California hará dos años aproximadamente, en el 2005, y tuve que esperar dos horas en el Consulado de Los Ángeles para poder dar una conferencia porque se había cortado la luz y cuando pregunté si eso era...no, me señalaron que era frecuente, que tenían problemas estructurales, energéticos en California, California, eh, la octava economía del mundo en términos individuales.
Esto no significa que uno se resigne, no, en absoluto, no hay que preocuparse, yo digo de los problemas hay fundamentalmente que ocuparse. Ni qué hablar de estar en Shangai y ver que a las diez de la noche se cortan todos los carteles luminosos, por ejemplo, para también ahorro de energía.
Pero estos son ejemplos para también, y esto sí es algo tal vez típico de nosotros los argentinos, bueno, algún defecto teníamos que tener, después de todo me he pasado elogiándonos desde hacer ya más de veinte minutos, tenemos tal vez una vocación, no digo si a exagerar, pero sí tal vez dramatizar lo que muchas veces son los problemas típicos de cualquier sociedad y cualquier economía y, además, dramatizarlos, algunos tal vez con intencionalidad política, que siempre la hay por supuesto, bueno, y es legítimo también, cada uno utiliza las armas que mejor le parecen para acumular políticamente, pero en definitiva me parece que esta vocación muchas veces al fracaso, al prestigio intelectual del fracaso, como alguien lo llamó y con quien comparto plenamente el concepto, ha sido tal vez uno de los elementos que más nos ha frustrado como sociedad y también, por qué no, en términos individuales. No creo en los exitosos individuales inmersos en una sociedad donde todo se derrumba y adonde a todo el mundo le va mal.
Así que, quiero agradecerles la presencia de todos ustedes, se los dije al principio de la charla, mi propósito no era venir a formular reglas generales de comportamiento, sino simplemente, a compartir con ustedes, hombres y mujeres de negocio, las experiencias de alguien que participó activamente en este proceso que hemos iniciado los argentinos el 25 de mayo de 2003 y que lo ha hecho de acuerdo con lo que pensaba que era el modelo adecuado para cambiar la realidad y para mejorar la calidad de vida de los argentinos que, por lo menos, esa es la vocación y el fin que tenemos quienes militamos en política o, por lo menos, en este espacio político.
Así que, les agradezco a todos ustedes profundamente la atención que me han dispensado, sé que son hombres y mujeres muy ocupados y que han decidido participar de este evento y se los agradezco profundamente, también a Susan, por el espacio que siempre me ha dado, nadie podrá acusar que Susan de discriminación electoral porque hablé en Nueva York, en febrero de 2004 cuando nadie imaginaba nada, ni siquiera yo. Así que, en realidad, quiero reiterar mi agradecimiento y decirles, señoras, señores, la Argentina es una muy buena oportunidad de negocios, ustedes lo saben.
Muchas gracias.